miércoles, 2 de septiembre de 2015

Ensayo: “Hostos, Bróder, esto está difícil”, de Magali García Ramis

Ensayo: “Hostos, Bróder, esto está difícil”, de Magali García Ramis

"Y vivamos la moral, que es lo que hace falta", dice el conferenciante que dijo el prócer y al terminar todos aplauden. Tú saludas a tus amigos, al profesor aquél que no falla en los actos culturales y los mítines, hablan de cuándo va a haber una revista BUENA de cultura, que dure, pero que todos sabemos que no puede durar porque no tendría anuncios y el sistema es, tú sabes, pero de todas maneras, Hostos es Hostos y tú te pones a recordar lo que has leído de él, te montas en el carro y piensas que si vivieras en el Viejo San Juan estarías a un pasito de casa, pero no es así, total los que viven en San Juan no encuentran estacionamiento nunca, así que te vas para Río Piedras por el Expreso, total, vuelves a pensar, aunque encuentres estacionamiento en San Juan, el carro no dura porque cada dos semanas, al menos, te rompen algo, te lo guayan, te arrancan los winshilwaiper, menos mal que tu carro está más o menos y vas pensando que cuando... ¡JUAKATA!!! El Hijo de su Madre que venía detrás te da un corte de pastelillo. Sigues con más atención porque de todas maneras tú eres civilizado y la gente que está violenta tiene la cabeza fuera de sitio y tú no eres así, tú quieres ser decente, como Hostos, respetar el derecho ajeno, como Juárez, cantarle al canario amarillo, como Martí; tú tienes héroes de sombra cuando ¡JUAKATA! ¡JUAKATA! Y otro maldito JUAKATANAZO y has perdido el control y estás casi en el mangle y los pocos autos que pasan tocan bocina mientras siguen sin parar porque son las once menos cuarto de un miércoles y tú sabes cómo está la criminalidad.

Tú estás parado en el pastito al lado del Expreso. Te tocas todos los huesos, pero no parece que tengas ninguno roto, tú no, tú tienes suerte. Respiras hondo porque esto parece una escena de la película " Encuentros cercanos del primer tipo". Arriba el cielo despejado, la noche preciosa, apenas un alma en la carretera, abajo el carro está y no está, la puerta de la derecha le guinda, de adentro sale luz a borbotones, todo se le prendió, hasta el radio, tiene las luces altas y los flashers a la vez. Lo que falta es que venga un extraterrestre y te lleve. Un carro se detiene, se baja un mister buena gente y te pregunta si estás bien. Le dices que sí "¿Pero el carro prende o necesitas una grúa?" El carro está prendido, te montas, le das a los cambios, lo pones a caminar un poquito hacia adelante, un poquito hacia atrás. "A casa sí llego”. "Bueno, suerte", dice el hombre y se desaparece como el llanero solitario. Y solitario te quedas tú. Falta como medio carro, entre la puerta, el bonete que quedó torcido, toda la derecha te la llevaron. Y el hijo de su madre que te chocó debe estar ya por Vega Baja. ¿Cómo en cuánto sale ahora sí, maldición, poner esta chatarra bien otra vez? Un cálculo conservador, $800.00 con mano de obra gratis de los primos y algunos panas del vecindario.

Esto le ha pasado a medio Puerto Rico, y a la otra mitad está por pasarle, te dices, cuando te vas a montar en el carro y aparece un motociclista en una motora negra, y él vestido de negro, con casco colorao. Será de una brigada socialista de auxilio de carreteras, quieres elucubrar. "¿Bróder, eso fue ahora mismo?", te pregunta el tipo. Le das detalles. Estás loco por contarle a alguien cómo fue que tú venías sin haberte dado un palo, de una conferencia cultural sobre De Hostos. ¿De la calle Hostos que tú venías?", te dice el tipo y te das cuenta que no es a él que le vas a contar todo. Mira el carro detenidamente. Saca una libretita, hace anotaciones, te consulta el año del carro. "Yo te puedo conseguir esas piezas",dice,"dame tu teléfono" Y ahí mismo dices que no. Tú no vas a ser parte de la criminalidad que hay en la Isla. Es más, si tú ni siquiera fumas pasto porque no quieres ser partícipe de las ganancias de la mafia. Una vez escribiste una columna sobre cómo uno ayuda a la criminalidad si participa de alguna manera en la compra de objetos robados, y te preguntas a dónde habrían ido a parar los miles de mahones y potecitos de crema rosada "Oil of Olay" que se robó Andrádes con sus compañeros en los furgones. Tú no, tú sabes que cada año mueren como 200 seres humanos en este país por que la cadena de la mafia-droga-corrupción-y participación de ciudadanos decentes no permite que se limpie a este país, que tenemos que vivir la moral, que es lo que hace falta. No, no te preocupes, yo me las arreglo", le dices. Pero él se te queda mirando y respira con todo el bigote y te dice dame tu número por si cambias de opinión, y tú se lo das porque sabes que todo es cambio. "Te llamo a las 8 de la mañana. Te consigo todas las piezas, nuevas, del mismo color, y un radio con cuatro bocinas, usado, tú me entiendes, pero bueno. Por 350 te lo llevas todo", y se monta en su motora y se va pero no como el llanero solitario porque él nunca hubiera hecho una proposición deshonesta a nadie.

Suena a gata recién parida pero lo prendes y lo hacer arrastrarse hasta tu casa, mientras te entra el frío por el hueco donde hubo una vez una puerta derecha. Entras al apartamento y quieres llamar a alguien pero son las 12:30, no te ha pasado nada y no tienes derecho de molestar ni asustar a tu hermana, ni a tus amigos. Mañana bregas. No es correcto, si uno es honesto y justo Dios proveerá, tú lo sabes, eso es así, tú pa'lante, a ningún mafioso le vas a comprar piezas que quizás son de un carro de algún conocido a quien le jodieron la existencia robándole su carro.

A las siete de la mañana estás mirándolo y vienen Papo y Quique a verlo. "Pana, ¿cómo fue eso?". Les cuentas. "Se te van a ir como mil. Quizás 900, pero como mil", te dicen y te dan palmaditas en la espalda. Se van al trabajo, entras a tu casa, miras las paredes, los carteles de De Hostos, de Juárez, de Martí. Tú quieres ser decente pero necesitas el carro para ir al trabajo pero no te vas a dejar caer en la tentación, tú quieres ser diferente, tú tienes la moral socialista. Suena el teléfono. Lo dejas sonar tres veces y dices" Hostos, bróder, ¡esto está difícil!!!!" Y levantas el audífono y dices "Hola". "Soy yo, mi pana, ¿qué decidiste?" Y das la vuelta para no mirar los carteles en la pared y con tu mejor voz de persona decente le respondes: "Mira, yo no quiero el radio, para nada quiero el radio, ahora las piezas..." y sigues tratando de vivir la moral, que es lo que hace falta.


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