Ensayo: “Hostos, Bróder, esto está difícil”, de
Magali García Ramis
"Y vivamos la moral, que es lo que hace falta", dice el
conferenciante que dijo el prócer y al terminar todos aplauden. Tú saludas a
tus amigos, al profesor aquél que no falla en los actos culturales y los
mítines, hablan de cuándo va a haber una revista BUENA de cultura, que dure,
pero que todos sabemos que no puede durar porque no tendría anuncios y el
sistema es, tú sabes, pero de todas maneras, Hostos es Hostos y tú te pones a
recordar lo que has leído de él, te montas en el carro y piensas que si vivieras
en el Viejo San Juan estarías a un pasito de casa, pero no es así, total los
que viven en San Juan no encuentran estacionamiento nunca, así que te vas para
Río Piedras por el Expreso, total, vuelves a pensar, aunque encuentres
estacionamiento en San Juan, el carro no dura porque cada dos semanas, al
menos, te rompen algo, te lo guayan, te arrancan los winshilwaiper, menos mal
que tu carro está más o menos y vas pensando que cuando... ¡JUAKATA!!! El Hijo
de su Madre que venía detrás te da un corte de pastelillo. Sigues con más
atención porque de todas maneras tú eres civilizado y la gente que está
violenta tiene la cabeza fuera de sitio y tú no eres así, tú quieres ser
decente, como Hostos, respetar el derecho ajeno, como Juárez, cantarle al
canario amarillo, como Martí; tú tienes héroes de sombra cuando ¡JUAKATA!
¡JUAKATA! Y otro maldito JUAKATANAZO y has perdido el control y estás casi en
el mangle y los pocos autos que pasan tocan bocina mientras siguen sin parar porque
son las once menos cuarto de un miércoles y tú sabes cómo está la criminalidad.
Tú estás parado en el pastito al lado del Expreso. Te tocas todos los
huesos, pero no parece que tengas ninguno roto, tú no, tú tienes suerte.
Respiras hondo porque esto parece una escena de la película " Encuentros
cercanos del primer tipo". Arriba el cielo despejado, la noche preciosa,
apenas un alma en la carretera, abajo el carro está y no está, la puerta de la
derecha le guinda, de adentro sale luz a borbotones, todo se le prendió, hasta
el radio, tiene las luces altas y los flashers a la vez. Lo que falta es que
venga un extraterrestre y te lleve. Un carro se detiene, se baja un mister buena
gente y te pregunta si estás bien. Le dices que sí "¿Pero el carro prende
o necesitas una grúa?" El carro está prendido, te montas, le das a los
cambios, lo pones a caminar un poquito hacia adelante, un poquito hacia atrás.
"A casa sí llego”. "Bueno, suerte", dice el hombre y se
desaparece como el llanero solitario. Y solitario te quedas tú. Falta como
medio carro, entre la puerta, el bonete que quedó torcido, toda la derecha te
la llevaron. Y el hijo de su madre que te chocó debe estar ya por Vega Baja. ¿Cómo
en cuánto sale ahora sí, maldición, poner esta chatarra bien otra vez? Un
cálculo conservador, $800.00 con mano de obra gratis de los primos y algunos
panas del vecindario.
Esto le ha pasado a medio Puerto Rico, y a la otra mitad está por
pasarle, te dices, cuando te vas a montar en el carro y aparece un motociclista
en una motora negra, y él vestido de negro, con casco colorao. Será de una
brigada socialista de auxilio de carreteras, quieres elucubrar. "¿Bróder,
eso fue ahora mismo?", te pregunta el tipo. Le das detalles. Estás loco
por contarle a alguien cómo fue que tú venías sin haberte dado un palo, de una
conferencia cultural sobre De Hostos. ¿De la calle Hostos que tú venías?",
te dice el tipo y te das cuenta que no es a él que le vas a contar todo. Mira
el carro detenidamente. Saca una libretita, hace anotaciones, te consulta el
año del carro. "Yo te puedo conseguir esas piezas",dice,"dame tu
teléfono" Y ahí mismo dices que no. Tú no vas a ser parte de la
criminalidad que hay en la Isla. Es más, si tú ni siquiera fumas pasto porque
no quieres ser partícipe de las ganancias de la mafia. Una vez escribiste una
columna sobre cómo uno ayuda a la criminalidad si participa de alguna manera en
la compra de objetos robados, y te preguntas a dónde habrían ido a parar los
miles de mahones y potecitos de crema rosada "Oil of Olay" que se
robó Andrádes con sus compañeros en los furgones. Tú no, tú sabes que cada año
mueren como 200 seres humanos en este país por que la cadena de la mafia-droga-corrupción-y
participación de ciudadanos decentes no permite que se limpie a este país, que
tenemos que vivir la moral, que es lo que hace falta. No, no te preocupes, yo
me las arreglo", le dices. Pero él se te queda mirando y respira con todo
el bigote y te dice dame tu número por si cambias de opinión, y tú se lo das porque
sabes que todo es cambio. "Te llamo a las 8 de la mañana. Te consigo todas
las piezas, nuevas, del mismo color, y un radio con cuatro bocinas, usado, tú
me entiendes, pero bueno. Por 350 te lo llevas todo", y se monta en su
motora y se va pero no como el llanero solitario porque él nunca hubiera hecho
una proposición deshonesta a nadie.
Suena a gata recién parida pero lo prendes y lo hacer arrastrarse hasta
tu casa, mientras te entra el frío por el hueco donde hubo una vez una puerta
derecha. Entras al apartamento y quieres llamar a alguien pero son las 12:30,
no te ha pasado nada y no tienes derecho de molestar ni asustar a tu hermana,
ni a tus amigos. Mañana bregas. No es correcto, si uno es honesto y justo Dios
proveerá, tú lo sabes, eso es así, tú pa'lante, a ningún mafioso le vas a
comprar piezas que quizás son de un carro de algún conocido a quien le jodieron
la existencia robándole su carro.
A las siete de la mañana estás mirándolo y vienen Papo y Quique a verlo.
"Pana, ¿cómo fue eso?". Les cuentas. "Se te van a ir como mil.
Quizás 900, pero como mil", te dicen y te dan palmaditas en la espalda. Se
van al trabajo, entras a tu casa, miras las paredes, los carteles de De Hostos,
de Juárez, de Martí. Tú quieres ser decente pero necesitas el carro para ir al
trabajo pero no te vas a dejar caer en la tentación, tú quieres ser diferente,
tú tienes la moral socialista. Suena el teléfono. Lo dejas sonar tres veces y
dices" Hostos, bróder, ¡esto está difícil!!!!" Y levantas el audífono
y dices "Hola". "Soy yo, mi pana, ¿qué decidiste?" Y das la
vuelta para no mirar los carteles en la pared y con tu mejor voz de persona decente
le respondes: "Mira, yo no quiero el radio, para nada quiero el radio,
ahora las piezas..." y sigues tratando de vivir la moral, que es lo que
hace falta.
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